CABRIOLAS
Briggitte tomó la bruñida y brillante brida. Cabalgó por los campos de cardos. Haciendo cabriolas por los caminos campestres, campeó las tormentas y peleó con los cabrales cretinos que canturreaban canciones cavernícolas.
Calumniada castigó con su castiza castidad a todos los callados caballeros que corrían detrás de su cantábrica figura.
Cándida pero cansada, caducó ante el cadavérico casquete que cubría el rostro casquivano del enemigo corroído.
Subió a la carreta y corrió como castor en los corrales, corcoveando cual corcho en el charco de chauchas color chocolate, perdiéndose entre los ranchos raídos de ese pueblo perdido. SYLVIE
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