jueves, 6 de noviembre de 2008
SILVIA NOEMI FABIANI
MAGDALENA, de SILVIA NOEMI FABIANI - ANTOLOGIA SUEÑOS DE PAPEL -Silvia Noemí FabianiMagdalenaMagdalena, mujer penitente y arrepentida, una de las mujeres que seguían a Jesucristo, oían sus doctrinas y proveían a su subsistencia. Era de Galilea y de relajadas costumbres en un principio. Se arrepintió verdaderamente, después de haber dado los honores de la sepultura a Jesús, con San Juan y la Virgen.Según la tradición acompañó a ésta hasta Éfeso, donde murió en el año 90. Magdalena se miró en el espejo. Como tantas otras veces comenzó a quitarse el maquillaje, cada tanto mojaba el algodón en una botella de vidrio de donde salía un líquido verde y en cuya etiqueta podía leerse un nombre francés. Lo hacía con desgano, como si sus pensamientos estuviesen muy lejos. Recordó su llegada a Holanda, más precisamente al puerto de Ámsterdam. También el momento en que decidió abandonar su empleo como camarera en el trasatlántico que la había llevado hasta allí Al poco tiempo conoció a Stefan. Un ex integrante del servicio de información europeo del este que, al quedarse sin empleo, se había dedicado a reclutar mujeres extranjeras. A algunas las seducía con sus maneras suaves y convincentes, a otras les hacía la propuesta; si la aceptaban bien, si no todo quedaba en una mera conversación. Al principio de la relación todo era maravilloso; creyó ver en él, al futuro padre de sus hijos, con el tiemponotó que ella solo era un objeto sexual, la desilusión fue dolorosa cuando comprobó lo que ese hombre frío y calculador tenía pensado. La había iniciado en la prostitución y le prometió que ganaría muchísimo dinero en la “ zona roja”, donde las mujeres, bellísimas todas, se exponían en vidrieras con cortinados que, al recibir a sus clientes, corrían para que nada se viera desde la calle.Este lugar era famoso en el mundo, llegaban muchísimos turistas atraídos por lo novedoso y pintoresco. La mayoría lo hacían para disfrutar de los servicios de las mujeres, quienes tenían prohibido salir con sus clientes. Ella, Magdalena, era una de ésas. Terminó con la limpieza de su cutis, cepilló sus cabellos y se recostó en el diván.La oscuridad del ambiente ayudó para que se durmiera.Soñó que un rústico marinero la acariciaba y la trasladaba a un mundo mágico en sensaciones y placeres. Después, caminaba por un sendero de luz y se veía arrodillada ante un hombre joven de larga barba que lucía una túnica blanca, y era su voz la que repetía. Perdón, perdón, prometo que cambiaré, que mi vida será otra. Tan sólo ayúdame.Se despertó sobresaltada, sintió un escalofrío que la hizo incorporarse.Se vistió lentamente, recogió su abrigo y el bolso negro, abrió la puerta y salió.Comenzó a caminar, escuchaba el ruido de sus pisadas sobre la vereda húmeda.La llovizna le acarició el rostro. Se colgó de los brazos de la noche y desaparecióCorreo electrónico de la autora: persynea07@yahoo.de
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