¿ES UNA LUCHA CONSTANTE? TODOS SABEMOS LA RESPUESTA,ÁQUEL QUE SE DISTRAE ,PIERDE. LA RAPIDEZ CONQUE EL MUNDO GIRA, ES ACUCIANTE.
LAS NOTICIAS LLEGAN A NOSOTROS DESDE LOS CONFINES DEL MUNDO Y NO SÓLO HECHOS INPORTANTES COMO EL ESTALLIDO DE BOMBAS O ACCIDENTES AÉREOS,TAMBÉN EL NACIMIENTO DE ANIMALES EXÓTICOS ,EN LA iNDIA O EN LA cHINA.
DESDE QUE ABRIMOS LOS OJOS EN LA MAÑANA COMIENZA EL DESAFÍO.NO COMER DEMASIADO PARA MANTENER UNA SILUETA ESTÉTICA Y ARMONIOSA.
SER LOS MEJORES EN TODO,EXIGIRNOS Y EXIGIR.CORRER TODO EL TIEMPO.AÚN CUANDO ES MOMENTO DE REPOSO.PROGRAMAR,INTERACTUAR. LA TECNOLOGÍA NOS ABRUMA.Y NOSOTROS SUMISOS A ELLA NOS DEJAMOS MANIPULAR.¿DISFRUTA EL HOMBRE REALMENTE SU PASO POR LA VIDA? PREGUNTA PARA MEDITAR. SYLVIE
viernes, 29 de febrero de 2008
viernes, 22 de febrero de 2008
CUENTOS CORTOS
EL DICTADOR
El dictador sonrió .Su perversión le causaba un gozo interior . Al teólogo lo conocía muy bien.
Habían jugado algunos partidos de ajedrez cuando adolescentes. Después tomaron rumbos diferentes. Y se convirtieron en enemigos acérrimos. Nunca tomó represalias contra él. Aunque le sobraban razones, sentía un cierto respeto a sus conocimientos y poderío intelectual. Por eso, en ese encuentro casual, no contestó
cuando Abil laja le gritó desde su caballo “Cuando muere un tirano, nace un ángel”. Y así será.
Siguió por años con su política de antiguo emperador, déspota, mandaba asesinar pueblos enteros si un rumor llegaba a sus oídos que intentaban destronarlo.
Durante treinta años gozó de impunidad, hasta que enfermó, ya no encontraba placer en matar y siempre recordaba las palabras de Abil. Postrado, sólo y perdido en un mundo de tinieblas, lo sucedió en el poder su hijo mayor, que nunca compartió los métodos de su padre y al que el pueblo veneraba. Ese día gris y lluvioso había elegido el dueño de las almas terrenales para llevárselo.
La exhumación se realizo con los honores de un rey. Y mientras los siervos sostenían las sogas para bajar el féretro, una luz que encandilo a los presentes fue convirtiéndose lentamente en la imagen difusa de un ángel. El que sonrió esta vez fue Abil, que cercano al lugar pudo apreciar el milagro. Algunos huyeron despavoridos, otros se arrodillaron e inclinaron sus cabezas, agradeciendo. La esperanza renacía para un pueblo desolado.
El dictador sonrió .Su perversión le causaba un gozo interior . Al teólogo lo conocía muy bien.
Habían jugado algunos partidos de ajedrez cuando adolescentes. Después tomaron rumbos diferentes. Y se convirtieron en enemigos acérrimos. Nunca tomó represalias contra él. Aunque le sobraban razones, sentía un cierto respeto a sus conocimientos y poderío intelectual. Por eso, en ese encuentro casual, no contestó
cuando Abil laja le gritó desde su caballo “Cuando muere un tirano, nace un ángel”. Y así será.
Siguió por años con su política de antiguo emperador, déspota, mandaba asesinar pueblos enteros si un rumor llegaba a sus oídos que intentaban destronarlo.
Durante treinta años gozó de impunidad, hasta que enfermó, ya no encontraba placer en matar y siempre recordaba las palabras de Abil. Postrado, sólo y perdido en un mundo de tinieblas, lo sucedió en el poder su hijo mayor, que nunca compartió los métodos de su padre y al que el pueblo veneraba. Ese día gris y lluvioso había elegido el dueño de las almas terrenales para llevárselo.
La exhumación se realizo con los honores de un rey. Y mientras los siervos sostenían las sogas para bajar el féretro, una luz que encandilo a los presentes fue convirtiéndose lentamente en la imagen difusa de un ángel. El que sonrió esta vez fue Abil, que cercano al lugar pudo apreciar el milagro. Algunos huyeron despavoridos, otros se arrodillaron e inclinaron sus cabezas, agradeciendo. La esperanza renacía para un pueblo desolado.
EL SOLITARIO
Había comenzado a llover, Gerardo se apretujó contra el árbol.
Encogió las rodillas y trató de dormitar. El invierno se hacía sentir.
El fuerte viento hacía que algunas gotas le rozaran el rostro.
Ya pronto amanecería, si su padre despertaba y no lo encontraba recibiría una paliza. Su vida estaba signada por la soledad y el desconsuelo. Su madre se había ido con un hombre joven cansada de la pobreza y los malos tratos que recibía. Su padre era sepulturero en uno de los grandes cementerios capitalinos. Con sus apenas once años
vendía flores y hacía mandados. A veces, cuando era muy pequeño lo llevaba con él y lo dejaba al cuidado de una vieja y generosa florista que tenía su puesto en una de las entradas, donde Florián trabajaba.
El muchacho se sentía atraído por ese lugar. El cantar de los pájaros,
el verdor de los árboles y el silencio. Su alma albergaba un misticismo del que todavía no era muy consciente, pero que intuía.
La muerte era inexplicable para él, pero no sentía miedo. Cuando se escapaba de la vivienda precaria que habitaban construida con madera y chapas en un terreno abandonado, se refugiaba entre las tumbas, le fascinaba caminar entre ellas y experimentaba un extraño placer.
Había encontrado un hueco por donde acceder sin ser visto.
Su padre falleció cuando él tenia trece años y la florista que le había tomado cariño se ocupó de su educación. Su inteligencia se puso de manifiesto en lo rápido que comprendía. Cuando terminó el bachiller, estudió teología, ciencias afines con el ocultismo, buscando respuestas
recorrió el mundo. Devoraba libros cuyos temas estuviesen relacionados con la vida y la muerte. Se había convertido en un solitario , pero a pesar de la pena que llevaba en el corazón por su niñez atormentada, la fortaleza interior lo sostenía.
Siempre se sintió diferente, percibía una conexión energética entre la tierra y el mas allá. Ateo por naturaleza, se vanagloriaba ante el estrecho círculo de amigos, de no creer ni en Dios, ni en el Diablo. Ya nada quedaba de aquél pobre muchachito sin destino, la vida le había dado una oportunidad y él la había aprovechado.
Una noche el deseo imperioso de regresar al lugar de sus caminatas, lo invadió.
En un lugar del recorrido, sintió que lo tironeaban hacia atrás. Gritó, se sacudió, no había forma de zafar, era como si una fuerza sobrehumana lo quisiera arrastrar hasta la tumba abandonada que se encontraba a diez centímetros de sus pies. La oscuridad absoluta lo envolvió. El silencio se apropió de la noche. Un cuidador lo descubrió
Con la boca abierta y un gesto de terror en la cara.
Cuando llegaron los investigadores y peritos descubrieron la estaca aun con el resto de tela donde se había enganchado su negra capa comprada en un distinguido local de Paris.
Si Dios o el Diablo, el secreto se lo llevó consigo.
Había comenzado a llover, Gerardo se apretujó contra el árbol.
Encogió las rodillas y trató de dormitar. El invierno se hacía sentir.
El fuerte viento hacía que algunas gotas le rozaran el rostro.
Ya pronto amanecería, si su padre despertaba y no lo encontraba recibiría una paliza. Su vida estaba signada por la soledad y el desconsuelo. Su madre se había ido con un hombre joven cansada de la pobreza y los malos tratos que recibía. Su padre era sepulturero en uno de los grandes cementerios capitalinos. Con sus apenas once años
vendía flores y hacía mandados. A veces, cuando era muy pequeño lo llevaba con él y lo dejaba al cuidado de una vieja y generosa florista que tenía su puesto en una de las entradas, donde Florián trabajaba.
El muchacho se sentía atraído por ese lugar. El cantar de los pájaros,
el verdor de los árboles y el silencio. Su alma albergaba un misticismo del que todavía no era muy consciente, pero que intuía.
La muerte era inexplicable para él, pero no sentía miedo. Cuando se escapaba de la vivienda precaria que habitaban construida con madera y chapas en un terreno abandonado, se refugiaba entre las tumbas, le fascinaba caminar entre ellas y experimentaba un extraño placer.
Había encontrado un hueco por donde acceder sin ser visto.
Su padre falleció cuando él tenia trece años y la florista que le había tomado cariño se ocupó de su educación. Su inteligencia se puso de manifiesto en lo rápido que comprendía. Cuando terminó el bachiller, estudió teología, ciencias afines con el ocultismo, buscando respuestas
recorrió el mundo. Devoraba libros cuyos temas estuviesen relacionados con la vida y la muerte. Se había convertido en un solitario , pero a pesar de la pena que llevaba en el corazón por su niñez atormentada, la fortaleza interior lo sostenía.
Siempre se sintió diferente, percibía una conexión energética entre la tierra y el mas allá. Ateo por naturaleza, se vanagloriaba ante el estrecho círculo de amigos, de no creer ni en Dios, ni en el Diablo. Ya nada quedaba de aquél pobre muchachito sin destino, la vida le había dado una oportunidad y él la había aprovechado.
Una noche el deseo imperioso de regresar al lugar de sus caminatas, lo invadió.
En un lugar del recorrido, sintió que lo tironeaban hacia atrás. Gritó, se sacudió, no había forma de zafar, era como si una fuerza sobrehumana lo quisiera arrastrar hasta la tumba abandonada que se encontraba a diez centímetros de sus pies. La oscuridad absoluta lo envolvió. El silencio se apropió de la noche. Un cuidador lo descubrió
Con la boca abierta y un gesto de terror en la cara.
Cuando llegaron los investigadores y peritos descubrieron la estaca aun con el resto de tela donde se había enganchado su negra capa comprada en un distinguido local de Paris.
Si Dios o el Diablo, el secreto se lo llevó consigo.
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