jueves, 3 de julio de 2008





Análisis Terapéutico


Pedro estaba ansioso por llegar.
Hacía días que no dormía, ya no podía darse mas plazos. Tomó la decisión y pidió un turno con el psicoanalista.
El sueño lo perseguía, tal vez no fuera del todo así, pero el lo creía.
Apenas llegó, la recepcionista lo hizo pasar al consultorio.
Un hombre joven lo recibió amablemente, invitándolo a sentarse.
Comenzó a hablar diciendo que su vida se había convertido en un calvario, hacia meses que dormir le producía una sensación similar al terror, pues el sueño se repetía una y otra vez.
Ascendía a un tren que entraba en una catedral y el quedaba delante de un altar con muchas velas. Después subía a un campanario por una escalera de madera angosta y con escalones crujientes. Siempre corría, con desesperación pues una sombra lo perseguía. Luego descendía y regresaba al tren que flotaba en el aire y se movía como si una fuerza poderosa lo impulsara.
Despertaba transpirado como su hubiese corrido kilómetros.
El profesional le pidió que se tranquilizara, al contarlo se veía alterado y nervioso.
Le preguntó sobre su vida. Respondió algunas veces con evasivas.
En realidad era reacio a contar intimidades, pero comprendió que si no se sinceraba, nadie podría ayudarlo.
Llevaba muchos años de matrimonio y reconocía que como marido fiel era un fracaso, tenía otra mujer con la que compartía situaciones que con su esposa no hubiesen sido posibles por diferencias de conceptos.
La amante era mucho mas joven que el y a veces le era casi imposible contener los celos que lo embargaban.
Quería a su señora y sentía culpabilidad por su bigamia pero su naturaleza lo sobrepasaba.
El psicólogo le dijo que tenía dos opciones. Engañar a su conciencia, lo que no era nada fácil o comenzar a ser fiel. Se decidió por lo último, el sueño comenzó a espaciarse hasta desaparecer. En otra de las entrevistas, le dijo
La culpa se materializa a veces en forma persecutoria y dramática, Cuesta portarse bien, pero es beneficioso para todos. Aunque el diablo siempre esta atento para tender su trampa. Pedro sonrío, le tendió la mano y cerrando suavemente la puerta aspiro el aire fresco de la mañana. SYLVIE

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