lunes, 14 de julio de 2008
Experiencia amorosa
Se miró al espejo con detenimiento, poco quedaba de su figura delgada y esbelta, los años no la habían perdonado. Cerró los ojos y no pudo evitar el recuerdo. Fue hasta el último cajón de la cómoda y sacó un maletín negro, allí estaban las cartas, los sellos postales provenientes de diferentes países la conmovieron. Tomó un sobre y sacó una hoja de color verde nilo donde se apreciaba una letra grande con tinta negra. Párrafos en castellano, en alemán y otros en clave, por si alguien interceptaba la correspondencia no pudiese interpretar lo que allí decía. Desbordantes de amor, fueron las que le ayudaron a sobrellevar momentos trágicos de su vida. Colocó nuevamente la misiva dentro del sobre, la guardó, como si el pensar en todo aquello le hiciera daño.
La noche anterior había nevado, si bien el frío se hacía sentir estaban abrigados para la ocasión. Llegaron muy temprano al consulado. Había muy pocos empleados, Silvana y Carlos tomaron asiento, después que una solícita recepcionista los hiciera pasar. El Cónsul los recibirá enseguida, dijo con voz amable.
Cuando el apareció y los invitó a pasar a su despacho, Silvana se sintió impresionada. Aún mas cuando su simpatía desplegada naturalmente, hizo que la convidara con un cigarrillo.
La sonrisa amplia y una mirada profunda fueron desencadenantes
para quedar prendada de ese hombre alto y elegante que cambiaria el sentido de su vida.
Los asesoro sobre las reuniones que se hacían con artistas que venían en parte para aplacar la nostalgia de los residentes sobre su país natal.
En uno de los encuentros fueron presentados a un grupo que hacia años que estaban allí. Asados, exposiciones, cenas representaciones artísticas, cualquier motivo era buena excusa para encontrarse.
Una empleada del Consulado había renunciado y Juan le preguntó si ella tendría interés en suplantarla, no dudó ni un instante en contestar, tuvo una corta entrevista con el embajador y a los dos días integraba el equipo de funcionarios.
La atracción iba en crescendo considerando que compartían muchas horas y momentos con poco trabajo donde se permitían dialogar y conocerse mejor.
Los dos ignoraban el camino tortuoso que habían iniciado, no eran libres y la necesidad de estar cerca uno del otro se convirtió
en evidencias para los demás que comenzaron a notarlo.
Ella seguía tratándolo de usted pues lo admiraba a tal extremo que cuando el le pedía algún esfuerzo extra con respecto a actualizar planillas ella asentía y en broma le contestaba que por el iba hasta la China de rodillas.
En una ocasión el había obviado firmar unas facturas y ella le pregunto sonriente que le sucedía ¿esta enamorado? le pregunto, a lo que el contesto de inmediato Si, de usted y salio de la oficina rápidamente como si tomara conciencia de la gravedad de lo que había dicho. A partir de esa conversación se encerraba en su oficina por horas. Y ella se limitaba a llevarle los papeles para la firma y no iniciaba ningún tipo de conversación. Tuvo que hacer una suplencia en Munich.
La ausencia, que duro tres meses aplicó paños fríos a la situación. Pero el vacío que ella sentía la entristeció. Cuando todo volvió a la normalidad, los dos eran conscientes de lo que los unía. La separación fue dolorosa, a veces duraba tres o cuatro años pero esos encuentros eran alentados por una ininterrumpida comunicación de cartas que iban y venían.
Y asi se les paso la vida.
Y el tiempo que no perdona. Sobrevino el desencanto, el desgaste, pero nunca el olvido.
El va donde su destino lo lleva, hoy es la China y ella lo busca en las estrellas.¿Aun lo espera? No tiene la respuesta. SYLVIE
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario