La muchacha que aun habita en mí,
La muchacha que aun habita en mí
desea sentir cada mañana,
el canto lisonjero del zorzal.
La caricia sublime de la vida
y el deleite secreto de soñar.
Subir un peldaño cada día,
para alcanzar el horizonte huidizo,
que se escapa
en el intento vano de atraparlo.
La muchacha que aun habita en mí,
alienta en su alma
el tibio beso,
y el abrazo viril que nunca llega.
El viento huracanado que aprisione
mi cuerpo sediento y lo traslade
al mágico lugar de tu silencio.
La muchacha que aun habita en mí
Curtió su rostro con las huellas del tiempo
y sus ojos brillaron por un amor perdido
Y hoy aquí, cerca tuyo,
revivió el dulce encanto
de saberse mujer.
Silvia N. Fabiani
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