martes 28 de diciembre de 2010
Saber de las distancias
Yo que se de distancias,de la nostalgia afiebrada
que embarga al corazón.
Ese cielo tan azul, que parece el mismo, pero no es así.
Tan solo lo sabe el que lo sufre.
Añoranza del suelo y los rostros queridos
que bailotean en el espiral de los recuerdos.
Y esa línea que cruza el horizonte
tentación constante del viajero.
Estirar las manos, apresarla.
El gesto vano
y ella que se aleja indiferente.
Si el olvido fuese oasis.
ante las huellas imborrables,
sosiego para el alma cansada
de hurgar por los rincones del mundo.
Se acrecienta el deseo, del regreso.
Los árboles viejos, que aun esperan.
y la muchacha aquella ,
que dibujo la luna sobre el río.
Yo que se de distancias
quiero un lugar, aquí en mis calles
sin mirar para atrás,
el tiempo ya no espera.
y tu mirada azul me incita,
a contemplar la luna en el silencio
Silvia N. Fabiani
martes, 28 de diciembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
Dejarse llevar
Dejarse llevar por el encanto.
Percibir los colores
que robo al arco iris.
Aspirar
ese olor diferente,
que se mezcla en el aire.
Sobrevuelan las aves,
las atrae el silencio,
que se rompe en mil partes,
cuando el tren se aproxima.
Las ramas se estiran,
en su vano intento
de alcanzar el cielo
Calidas fachadas
de un pasaje ingenioso
que en soledad ficticia
vibra.
Caminar entre risas
Sin presentir que cauta,
La noche se aproxima.
Silvia N.Fabiani
Dejarse llevar por el encanto.
Percibir los colores
que robo al arco iris.
Aspirar
ese olor diferente,
que se mezcla en el aire.
Sobrevuelan las aves,
las atrae el silencio,
que se rompe en mil partes,
cuando el tren se aproxima.
Las ramas se estiran,
en su vano intento
de alcanzar el cielo
Calidas fachadas
de un pasaje ingenioso
que en soledad ficticia
vibra.
Caminar entre risas
Sin presentir que cauta,
La noche se aproxima.
Silvia N.Fabiani
sábado, 30 de octubre de 2010
Barrio
Veredas gastadas mordidas por el tiempo,
sumisas, al paso crujiente del soldado.
El presuroso andar de una muchacha.
Alegre correteo de un niño alborotado
y el deslizar pausado de un anciano.
Veredas que saben del varón herido,
y lagrimas furtivas.
Que callan amores, de risas y huidas.
El viento acaricia y la lluvia calma
en la plaza sola, tan sola que amarra.
Veredas eternas, roídas, sin brillo.
Tan quietas, tan frías, pero también vivas.
Silvia N. Fabiani.
Veredas gastadas mordidas por el tiempo,
sumisas, al paso crujiente del soldado.
El presuroso andar de una muchacha.
Alegre correteo de un niño alborotado
y el deslizar pausado de un anciano.
Veredas que saben del varón herido,
y lagrimas furtivas.
Que callan amores, de risas y huidas.
El viento acaricia y la lluvia calma
en la plaza sola, tan sola que amarra.
Veredas eternas, roídas, sin brillo.
Tan quietas, tan frías, pero también vivas.
Silvia N. Fabiani.
viernes, 29 de octubre de 2010
Nosotros ¿Que somos?
Dijiste, convincente
La pregunta floto en el aire,
como misil en suspenso,
Tus ojos esperaban
la respuesta inmediata.
Seductor por oficio,
no reparaste en riesgo.
Me quede sin palabras,
Rebelde a tu propuesta
entre en el laberinto de la duda.
Hubo brisa y tormenta,
pero llego la calma.
Tu presencia,
le da paz a mi alma.
No busques nada más,
lo expuesto te lo brindo sin reparo.
Mecanismo extraño,
de presentir tus ansias.
Tironeas de mi, tientas mi esencia.
Provocas mis sentidos
Y quiero combatir contra tu fuerza.
Mirada de mar que sugestiva
invita a perderse en el oleaje.
¿Que somos? Lo que el destino escriba
en el impredecible libro de la vida.
Silvia N Fabiani
Dijiste, convincente
La pregunta floto en el aire,
como misil en suspenso,
Tus ojos esperaban
la respuesta inmediata.
Seductor por oficio,
no reparaste en riesgo.
Me quede sin palabras,
Rebelde a tu propuesta
entre en el laberinto de la duda.
Hubo brisa y tormenta,
pero llego la calma.
Tu presencia,
le da paz a mi alma.
No busques nada más,
lo expuesto te lo brindo sin reparo.
Mecanismo extraño,
de presentir tus ansias.
Tironeas de mi, tientas mi esencia.
Provocas mis sentidos
Y quiero combatir contra tu fuerza.
Mirada de mar que sugestiva
invita a perderse en el oleaje.
¿Que somos? Lo que el destino escriba
en el impredecible libro de la vida.
Silvia N Fabiani
La muchacha que aun habita en mí,
La muchacha que aun habita en mí
desea sentir cada mañana,
el canto lisonjero del zorzal.
La caricia sublime de la vida
y el deleite secreto de soñar.
Subir un peldaño cada día,
para alcanzar el horizonte huidizo,
que se escapa
en el intento vano de atraparlo.
La muchacha que aun habita en mí,
alienta en su alma
el tibio beso,
y el abrazo viril que nunca llega.
El viento huracanado que aprisione
mi cuerpo sediento y lo traslade
al mágico lugar de tu silencio.
La muchacha que aun habita en mí
Curtió su rostro con las huellas del tiempo
y sus ojos brillaron por un amor perdido
Y hoy aquí, cerca tuyo,
revivió el dulce encanto
de saberse mujer.
Silvia N. Fabiani
La muchacha que aun habita en mí
desea sentir cada mañana,
el canto lisonjero del zorzal.
La caricia sublime de la vida
y el deleite secreto de soñar.
Subir un peldaño cada día,
para alcanzar el horizonte huidizo,
que se escapa
en el intento vano de atraparlo.
La muchacha que aun habita en mí,
alienta en su alma
el tibio beso,
y el abrazo viril que nunca llega.
El viento huracanado que aprisione
mi cuerpo sediento y lo traslade
al mágico lugar de tu silencio.
La muchacha que aun habita en mí
Curtió su rostro con las huellas del tiempo
y sus ojos brillaron por un amor perdido
Y hoy aquí, cerca tuyo,
revivió el dulce encanto
de saberse mujer.
Silvia N. Fabiani
sábado, 16 de octubre de 2010
Mirada absurda de un amor inventado,
Perderse en el contorno de la sombra negada
Y el cuerpo que se entrega a la danza
enajenado.
Silueta dibujada en la mente siniestra
el agua que fluye y se convierte en lluvia
inundando la alcoba.
Vendaval de pasión,
en la noche sin muecas.
el hastío que estruja ,
la blanquecina tela,
y el dolor de la ausencia,
trepándose al silencio.
Silvia N. Fabiani
Perderse en el contorno de la sombra negada
Y el cuerpo que se entrega a la danza
enajenado.
Silueta dibujada en la mente siniestra
el agua que fluye y se convierte en lluvia
inundando la alcoba.
Vendaval de pasión,
en la noche sin muecas.
el hastío que estruja ,
la blanquecina tela,
y el dolor de la ausencia,
trepándose al silencio.
Silvia N. Fabiani
lunes, 4 de octubre de 2010
ANONIMO (Seguí caminando, no te detengas. es muy importante.)
La tarde era lluviosa y gris.
Raúl paseaba absorto en sus pensamientos. El ritmo de samba del celular sonó fuerte
y la voz grave y desconocida le dijo que caminara sin detenerse, ni mirar para atrás.
Habría un nuevo contacto.
Perplejo atravesó el parque .En este llamado supo de que se trataba. Lo sabemos todo murmuro el hombre, sentate en un banco a esperar, fue la orden, y corto.
¿Que había sucedido? Su plan era perfecto.
Estaba harto de sus mentiras, cinco años tolerando sus engaños. La idea de matarla paso por su mente una y otra vez, hasta que la decisión corono la idea.
El viaje a la montaña, seria ideal para consumar el hecho. Los dos necesitaban descansar, hablar de sus proyectos, sin horarios ni presiones.
En esa época del año había pocos huéspedes en el Hotel. Ya instalados escucharon carcajadas que provenían del cuarto contiguo.
Mientras se dirigían al restaurante se cruzaron con varios jóvenes en el corredor,
Uno de ellos fijo la mirada en Patricia, su cabello rubio atraía..
Esa noche, era la elegida por Raúl para concretar la acción.
En un descuido de ella, puso la tableta en la bebida, al poco tiempo Patricia le pidió que fueran a dormir.
El arma con el silenciador esperaba ser usada.
Prendió el televisor. La mancha negra en la pared atrajo su mirada, seguramente humedad, se dijo.
Puso la cabeza de ella bajo la almohada y disparo desprovisto de emoción.
Ya en el estacionamiento puso el auto en marcha.
No más sufrimientos por un amor no correspondido.
Iluso, se dijo, alguien mas sabia, pero quien? El número de su celular figuraba en admisión, de allí lo consiguieron. Admitió su error.
Miedo que invadía su cuerpo, sus manos temblaban, lo observaban. Esta vez el ritmo de samba sonó tétrico.
Junta cien mil dólares, si queres seguir vivo. Mañana a esta hora, aquí.
Por fin entendió, la oscura mancha, disimulaba un visor a través de donde presenciaron su accionar.
No tenía escape, el dinero le seria imposible conseguirlo y la cárcel no la soportaría.
Sentado frente a su escritorio recordó tiempos felices. El estruendo hizo añicos el vidrio del portarretrato con la foto de Patricia que al caer sonreía, mientras la música macabra del celular seguía sonando.
SILVIA N: FABIANI
La tarde era lluviosa y gris.
Raúl paseaba absorto en sus pensamientos. El ritmo de samba del celular sonó fuerte
y la voz grave y desconocida le dijo que caminara sin detenerse, ni mirar para atrás.
Habría un nuevo contacto.
Perplejo atravesó el parque .En este llamado supo de que se trataba. Lo sabemos todo murmuro el hombre, sentate en un banco a esperar, fue la orden, y corto.
¿Que había sucedido? Su plan era perfecto.
Estaba harto de sus mentiras, cinco años tolerando sus engaños. La idea de matarla paso por su mente una y otra vez, hasta que la decisión corono la idea.
El viaje a la montaña, seria ideal para consumar el hecho. Los dos necesitaban descansar, hablar de sus proyectos, sin horarios ni presiones.
En esa época del año había pocos huéspedes en el Hotel. Ya instalados escucharon carcajadas que provenían del cuarto contiguo.
Mientras se dirigían al restaurante se cruzaron con varios jóvenes en el corredor,
Uno de ellos fijo la mirada en Patricia, su cabello rubio atraía..
Esa noche, era la elegida por Raúl para concretar la acción.
En un descuido de ella, puso la tableta en la bebida, al poco tiempo Patricia le pidió que fueran a dormir.
El arma con el silenciador esperaba ser usada.
Prendió el televisor. La mancha negra en la pared atrajo su mirada, seguramente humedad, se dijo.
Puso la cabeza de ella bajo la almohada y disparo desprovisto de emoción.
Ya en el estacionamiento puso el auto en marcha.
No más sufrimientos por un amor no correspondido.
Iluso, se dijo, alguien mas sabia, pero quien? El número de su celular figuraba en admisión, de allí lo consiguieron. Admitió su error.
Miedo que invadía su cuerpo, sus manos temblaban, lo observaban. Esta vez el ritmo de samba sonó tétrico.
Junta cien mil dólares, si queres seguir vivo. Mañana a esta hora, aquí.
Por fin entendió, la oscura mancha, disimulaba un visor a través de donde presenciaron su accionar.
No tenía escape, el dinero le seria imposible conseguirlo y la cárcel no la soportaría.
Sentado frente a su escritorio recordó tiempos felices. El estruendo hizo añicos el vidrio del portarretrato con la foto de Patricia que al caer sonreía, mientras la música macabra del celular seguía sonando.
SILVIA N: FABIANI
jueves, 30 de septiembre de 2010
Mudos Testigos
Le faltaba el aire. Marchaban tan juntos que sintió como si alguien apretara su garganta.
Calor, el sol le envolvía el cuerpo.
El asfalto caliente, el ruido de las botas al pisar fuerte, combinaban sonidos extraños.
El desfile siniestro, ese del que el formaba parte pronto finalizaría.
El cese de la guerra dejo las calles en silencio. Vacías, tristes, sin futuro. Desolación y sangre.
Eternas testigos del olor a pólvora.
Castigadas por no tener olvido.
El tiempo y las lluvias borraran las huellas.
Sobreviviente y andariego el destino lo sitúo en calles diferentes.
Respira olor a fresas y el clamor de las risas reemplazando tambores.
Las calles del pasado solo son un recuerdo.
SILVIAN: FABIANI
Le faltaba el aire. Marchaban tan juntos que sintió como si alguien apretara su garganta.
Calor, el sol le envolvía el cuerpo.
El asfalto caliente, el ruido de las botas al pisar fuerte, combinaban sonidos extraños.
El desfile siniestro, ese del que el formaba parte pronto finalizaría.
El cese de la guerra dejo las calles en silencio. Vacías, tristes, sin futuro. Desolación y sangre.
Eternas testigos del olor a pólvora.
Castigadas por no tener olvido.
El tiempo y las lluvias borraran las huellas.
Sobreviviente y andariego el destino lo sitúo en calles diferentes.
Respira olor a fresas y el clamor de las risas reemplazando tambores.
Las calles del pasado solo son un recuerdo.
SILVIAN: FABIANI
miércoles, 8 de septiembre de 2010
EL MUSICO
Lo cruce varias veces en el hall de entrada del edificio, serio, varonil, esbozaba una tenue sonrisa como saludo.
A veces coincidíamos con subir al ascensor, me cedía el paso con un gesto galante Le agradecía con una sonrisa y eso era todo.
¿Era todo?
Vivía en el tercer piso y yo en el segundo.
Durante la semana se ejercitaba y los sábados era un verdadero concierto. Desde muy temprano el saxofón sonaba al menos para mis oídos con una carga sensual irresistible.
Entonces todo se transformaba
Mi cama se convertía en un campo de batalla, los acordes
estrujaban mi cuerpo en actitud profana, y al horadar mi gruta, las tripas se enlazaban sin recato
Los órganos salían despedidos como títeres, que al ritmo de su melodía, bailoteaban grotescos a mi alrededor.
Música embrujada que aceleraba el latir de mi corazón y me trasladaba a un mundo perfecto.
Todo acontecía en segundos interminables de placer infinito.
Después, el letargo, el ruido de su paso firme al subir la escalera y el golpe de la puerta al cerrarse detrás de el .
Y otra vez el silencio que me expulsaba a la rutinaria soledad.
Silvia N. Fabiani
Lo cruce varias veces en el hall de entrada del edificio, serio, varonil, esbozaba una tenue sonrisa como saludo.
A veces coincidíamos con subir al ascensor, me cedía el paso con un gesto galante Le agradecía con una sonrisa y eso era todo.
¿Era todo?
Vivía en el tercer piso y yo en el segundo.
Durante la semana se ejercitaba y los sábados era un verdadero concierto. Desde muy temprano el saxofón sonaba al menos para mis oídos con una carga sensual irresistible.
Entonces todo se transformaba
Mi cama se convertía en un campo de batalla, los acordes
estrujaban mi cuerpo en actitud profana, y al horadar mi gruta, las tripas se enlazaban sin recato
Los órganos salían despedidos como títeres, que al ritmo de su melodía, bailoteaban grotescos a mi alrededor.
Música embrujada que aceleraba el latir de mi corazón y me trasladaba a un mundo perfecto.
Todo acontecía en segundos interminables de placer infinito.
Después, el letargo, el ruido de su paso firme al subir la escalera y el golpe de la puerta al cerrarse detrás de el .
Y otra vez el silencio que me expulsaba a la rutinaria soledad.
Silvia N. Fabiani
lunes, 6 de septiembre de 2010
Streep Tease
Penumbra, las volutas de humo se dispersan en el aire. La música tenue acaricia el oído.
Las muchachas en la tarima se contonean mientras las camareras satisfacen los pedidos de los clientes.
Los hombres ansiosos beben y ríen, beben y esperan.
Ella cubierta de velos multicolores y con la mirada ausente espía al público por un orificio disimulado.
Aplausos, la impaciencia del gentío la excita.
Es su momento, los aplausos se acrecientan, y un foco azulado que ilumina su figura.
Abre los brazos mientras se inclina, el movimiento estudiado de su cuerpo, la piel transparente, los ojos cargados de maquillaje y el aroma sensual que se respira, los embruja.
Caderas ondulantes, y cae el primer velo.
Sentada, estira una de sus piernas y apoya su brazo sobre la que tiene encogida, cambia de posición y abre sus piernas en ademán provocativo.
Sus lunas llenas al desnudo, despojada de gasas, se abraza al caño que decora el escenario, seductora.
Se escuchan silbidos de aprobación, también aplausos.
Comienza a deslizarse como un felino que se acerca a su presa,
Cautelosa, logrando el efecto deseado.
Cae la última prenda, la euforia llega a su máximo grado.
Se disipa la magia y vuelve la rutina al salón, mientras una mujer con el rostro humedecido se aleja corriendo por las grises calles de un otoño olvidado.
Penumbra, las volutas de humo se dispersan en el aire. La música tenue acaricia el oído.
Las muchachas en la tarima se contonean mientras las camareras satisfacen los pedidos de los clientes.
Los hombres ansiosos beben y ríen, beben y esperan.
Ella cubierta de velos multicolores y con la mirada ausente espía al público por un orificio disimulado.
Aplausos, la impaciencia del gentío la excita.
Es su momento, los aplausos se acrecientan, y un foco azulado que ilumina su figura.
Abre los brazos mientras se inclina, el movimiento estudiado de su cuerpo, la piel transparente, los ojos cargados de maquillaje y el aroma sensual que se respira, los embruja.
Caderas ondulantes, y cae el primer velo.
Sentada, estira una de sus piernas y apoya su brazo sobre la que tiene encogida, cambia de posición y abre sus piernas en ademán provocativo.
Sus lunas llenas al desnudo, despojada de gasas, se abraza al caño que decora el escenario, seductora.
Se escuchan silbidos de aprobación, también aplausos.
Comienza a deslizarse como un felino que se acerca a su presa,
Cautelosa, logrando el efecto deseado.
Cae la última prenda, la euforia llega a su máximo grado.
Se disipa la magia y vuelve la rutina al salón, mientras una mujer con el rostro humedecido se aleja corriendo por las grises calles de un otoño olvidado.
MANBRU SE FUE A LA GUERRA
Infancia feliz la suya, paso por su mente como una película.
Estaba en medio de esa guerra despiadada e inconducente, intuía que mientras ellos se mataban en el campo de batalla, a los gobernantes obstinados no les importaban sus destinos
Se enorgullecían de sus relaciones diplomáticas y aparecer en la portada de los diarios como bien intencionados en las negociaciones.
El silbido de las bombas lo ensordecía. Recordó sus años jóvenes cuando sus ideales lo motivaron para ser el mejor soldado.
Ahora muy cerca del final, el anonimato y la soledad eran la única verdad.
Mambrú se fue a la guerra, esta vez le pareció que los niños estaban muy cerca.
Había poco tiempo, las esquirlas de una explosión, lo derrumbaron.
Se agarro el abdomen con su mano y sintió el liquido caliente mojándole los dedos.
Se moría. Necios los hombres que luchan por tierras, sin medir las consecuencias, pensó. Con el tiempo solo serán tumbas.
Los niños lo rodeaban cantando muy fuerte, Mambrú se fue a la guerra.
Un halo de luz le hizo entornar los ojos.
La paz lo abrazo. Mambrú se fue a la guerra.
Silvia N. Fabiani
Infancia feliz la suya, paso por su mente como una película.
Estaba en medio de esa guerra despiadada e inconducente, intuía que mientras ellos se mataban en el campo de batalla, a los gobernantes obstinados no les importaban sus destinos
Se enorgullecían de sus relaciones diplomáticas y aparecer en la portada de los diarios como bien intencionados en las negociaciones.
El silbido de las bombas lo ensordecía. Recordó sus años jóvenes cuando sus ideales lo motivaron para ser el mejor soldado.
Ahora muy cerca del final, el anonimato y la soledad eran la única verdad.
Mambrú se fue a la guerra, esta vez le pareció que los niños estaban muy cerca.
Había poco tiempo, las esquirlas de una explosión, lo derrumbaron.
Se agarro el abdomen con su mano y sintió el liquido caliente mojándole los dedos.
Se moría. Necios los hombres que luchan por tierras, sin medir las consecuencias, pensó. Con el tiempo solo serán tumbas.
Los niños lo rodeaban cantando muy fuerte, Mambrú se fue a la guerra.
Un halo de luz le hizo entornar los ojos.
La paz lo abrazo. Mambrú se fue a la guerra.
Silvia N. Fabiani
miércoles, 25 de agosto de 2010
jueves, 5 de agosto de 2010
ALGUIEN VINO A BUSCARLA
El agua corría por su cuerpo Se incorporo. Aterrorizada, hizo un paneo rápido con la mirada, todo estaba en su lugar, ella también.
El dolor de la pierna la afligía, pues cada movimiento era un martirio.
Esa noche prefirió dormir en el sofá para no molestar.
Aquella vez cuando una voz grave decía: “Soy el rey del Universo” no le dio tanta importancia. Se dijo que las palabras eran motivo de su imaginación. El bien y el mal conviven, los espíritus revolotean como pájaros sobre nuestras cabezas.
Era muy sensible y vivía con un pie en la tierra y otro en el aire.
Con el tiempo tuvo que aceptar que le ocurrían hechos extraños. La rutina no era para ella. La predisposición influía seguramente.
Su relación de pareja atravesaba una crisis y su mente se bloqueaba sin que pudiera hacer nada.
Los que la rodeaban creían que ella era maga, algo de eso había.
Una vez revivió a un gato y a pajarita que era su querida mascota
Su intuición animal y ese don del que muchos hablaban eran heredados.
Cuando niña un perro rabioso le había mordido la mano. Inolvidable el gesto angustiado de su madre cuando el medico dijo
“Esta en las manos de Dios”
Y hoy podía contarlo.
Lo acontecido en la madrugada reavivo la creencia de que algunos seres deseaban comunicarse con ella. No quería entrar por esa puerta, sentía miedo. La vela colorada le inspiraba seguridad.
El rechazo fue inconsciente y la respuesta no se hizo esperar. La tironeaban salvajemente de los hombros hacia fuera de la cama, el camisón se engancho en su garganta, la ahogaba.
Su voz quejumbrosa, y el nombre de su madre flotando en la penumbra
Alguien vino a buscarla.
En las tinieblas, Mefisto masticaba su furia por el intento fallido.
Silvia Noemi Fabiani
El agua corría por su cuerpo Se incorporo. Aterrorizada, hizo un paneo rápido con la mirada, todo estaba en su lugar, ella también.
El dolor de la pierna la afligía, pues cada movimiento era un martirio.
Esa noche prefirió dormir en el sofá para no molestar.
Aquella vez cuando una voz grave decía: “Soy el rey del Universo” no le dio tanta importancia. Se dijo que las palabras eran motivo de su imaginación. El bien y el mal conviven, los espíritus revolotean como pájaros sobre nuestras cabezas.
Era muy sensible y vivía con un pie en la tierra y otro en el aire.
Con el tiempo tuvo que aceptar que le ocurrían hechos extraños. La rutina no era para ella. La predisposición influía seguramente.
Su relación de pareja atravesaba una crisis y su mente se bloqueaba sin que pudiera hacer nada.
Los que la rodeaban creían que ella era maga, algo de eso había.
Una vez revivió a un gato y a pajarita que era su querida mascota
Su intuición animal y ese don del que muchos hablaban eran heredados.
Cuando niña un perro rabioso le había mordido la mano. Inolvidable el gesto angustiado de su madre cuando el medico dijo
“Esta en las manos de Dios”
Y hoy podía contarlo.
Lo acontecido en la madrugada reavivo la creencia de que algunos seres deseaban comunicarse con ella. No quería entrar por esa puerta, sentía miedo. La vela colorada le inspiraba seguridad.
El rechazo fue inconsciente y la respuesta no se hizo esperar. La tironeaban salvajemente de los hombros hacia fuera de la cama, el camisón se engancho en su garganta, la ahogaba.
Su voz quejumbrosa, y el nombre de su madre flotando en la penumbra
Alguien vino a buscarla.
En las tinieblas, Mefisto masticaba su furia por el intento fallido.
Silvia Noemi Fabiani
viernes, 30 de julio de 2010
Contigo Pan y cebolla
Pan y cebolla varios días a la semana. Era nuestra comida.
Las necesidades terrenales nos cercaban, pero el amor podía más. Cebolla frita, con harina, en ensalada.
Recuerdo como frotábamos el pan para darle gusto.
La juventud nos ayudaba para superar los conflictos, fuimos felices. Nos reíamos fuerte por cualquier tontería
Las caminatas por las mañanas, los sueños y los desvaríos de la edad.
Cuando salimos a buscar casa porque te habían ascendido comenzó el cambio.
Llegadas tarde, viajes y mi soledad que exigía.
Vestidos comprados en Paris, fiestas y amistades selectas.
Por decisión mutua se elimino la cebolla de nuestro vocabulario. Paso al olvido y con ella los sentimientos profundos que nos unían. Como árboles frondosos, juntos, sin que nuestras ramas se rocen.
Ya no frotamos el pan, el destino eligió por nosotros.
Silvia N. Fabiani
Pan y cebolla varios días a la semana. Era nuestra comida.
Las necesidades terrenales nos cercaban, pero el amor podía más. Cebolla frita, con harina, en ensalada.
Recuerdo como frotábamos el pan para darle gusto.
La juventud nos ayudaba para superar los conflictos, fuimos felices. Nos reíamos fuerte por cualquier tontería
Las caminatas por las mañanas, los sueños y los desvaríos de la edad.
Cuando salimos a buscar casa porque te habían ascendido comenzó el cambio.
Llegadas tarde, viajes y mi soledad que exigía.
Vestidos comprados en Paris, fiestas y amistades selectas.
Por decisión mutua se elimino la cebolla de nuestro vocabulario. Paso al olvido y con ella los sentimientos profundos que nos unían. Como árboles frondosos, juntos, sin que nuestras ramas se rocen.
Ya no frotamos el pan, el destino eligió por nosotros.
Silvia N. Fabiani
miércoles, 30 de junio de 2010
EL DIA QUE SE DESCUBRIO LA VERDAD
Okinawa es un japonés al que sus padres trajeron de pequeño a Bs. As.
Joven de suaves maneras, es el analista de la empresa.
Ignacio Alto, de mediana edad, con algunas canas bordeando sus sienes, de aspecto varonil y seductor. Es jefe de sección de la Petrolera Techan.
Emilia, fina, no muy alta, culta e inteligente, rondando los treinta y cinco años, muy independiente. Es una de las profesionales de la sucursal Contaduría.
Gerente, estatura normal, canoso, cincuentón, elegante y con gesto
adusto
Ellos se sentían plenos mientras se fundían en un cálido abrazo, ni siquiera sintieron el ruido de la puerta y de pronto lo tuvieron delante. El gerente se había olvidado unos expedientes y había regresado a buscarlos. Le resulto muy difícil contener su ira. Los vio tan felices. Ella, Emilia a la que tanto quería desde hacia tiempo, la que siempre se había negado a iniciar una relación amorosa con él, estaba alli en los brazos de su empleado Ignacio, se quedo como petrificado pero pronto se repuso y se fue hasta su oficina recogió los papeles y sin mediar palabra salió dando un portazo. Okinawa aparento estar ensimismado en el monitor de la computadora, la presencia imprevista lo sorprendió. Ignacio y Emilia siguieron abrazados pero la blancura de sus rostros mostraba lo impactados que estaban
Solo fue un momento, luego se levantaron de sus asientos y salieron a la calle, estaban tan enamorados, que ese percance no les impediría disfrutar de lo que restaba del día.
El amor elige.
Silvia N. Fabiani
Joven de suaves maneras, es el analista de la empresa.
Ignacio Alto, de mediana edad, con algunas canas bordeando sus sienes, de aspecto varonil y seductor. Es jefe de sección de la Petrolera Techan.
Emilia, fina, no muy alta, culta e inteligente, rondando los treinta y cinco años, muy independiente. Es una de las profesionales de la sucursal Contaduría.
Gerente, estatura normal, canoso, cincuentón, elegante y con gesto
adusto
Ellos se sentían plenos mientras se fundían en un cálido abrazo, ni siquiera sintieron el ruido de la puerta y de pronto lo tuvieron delante. El gerente se había olvidado unos expedientes y había regresado a buscarlos. Le resulto muy difícil contener su ira. Los vio tan felices. Ella, Emilia a la que tanto quería desde hacia tiempo, la que siempre se había negado a iniciar una relación amorosa con él, estaba alli en los brazos de su empleado Ignacio, se quedo como petrificado pero pronto se repuso y se fue hasta su oficina recogió los papeles y sin mediar palabra salió dando un portazo. Okinawa aparento estar ensimismado en el monitor de la computadora, la presencia imprevista lo sorprendió. Ignacio y Emilia siguieron abrazados pero la blancura de sus rostros mostraba lo impactados que estaban
Solo fue un momento, luego se levantaron de sus asientos y salieron a la calle, estaban tan enamorados, que ese percance no les impediría disfrutar de lo que restaba del día.
El amor elige.
Silvia N. Fabiani
SIN TI
SIN TI
Sin ti la vida es otra,
mirra y especias,
estimulo exigente.
Seguir respirando.
Tu cuerpo frío resiste mi delirio.
Abro la caja de nuestro secreto,
Desesperada,
Huelo en tu esqueleto.
Aroma a incienso.
No iré a misa.
No quiero compasión,
ni risa falsa.
Te paso mis manos.
Imagino la cruz
Ya no me escuchas
Sola sin destino,
Sin pena.
Silvia N. Fabiani
Sin ti la vida es otra,
mirra y especias,
estimulo exigente.
Seguir respirando.
Tu cuerpo frío resiste mi delirio.
Abro la caja de nuestro secreto,
Desesperada,
Huelo en tu esqueleto.
Aroma a incienso.
No iré a misa.
No quiero compasión,
ni risa falsa.
Te paso mis manos.
Imagino la cruz
Ya no me escuchas
Sola sin destino,
Sin pena.
Silvia N. Fabiani
NOCHE
Noche, los recuerdos encienden lámparas de cristal.
Rostros olvidados aparecen
Tiempo de risas.
El estar en algún lugar del mundo.
Noche, colgada de la luna
Y el sabor del beso inesperado.
Silencio cómplice, estallido final.
El sol que asoma,
Incitando tu huida.
Noche
Silvia N. Fabiani
Rostros olvidados aparecen
Tiempo de risas.
El estar en algún lugar del mundo.
Noche, colgada de la luna
Y el sabor del beso inesperado.
Silencio cómplice, estallido final.
El sol que asoma,
Incitando tu huida.
Noche
Silvia N. Fabiani
SU PIE ACARICIO EL BORDE
Su pie acaricio el borde
Su pie acaricio el borde del arma. La amaba aun después de muerta.
Ella no entendió. Que la relación era seria. Al menos para el.
Las luces giratorias se escurrían por el cuerpo escultural de Mara, que se contoneaba sobre la tarima.
El ritmo sensual de la melodía árabe los embrujaba.
Los hombres bebían sin control.
Al terminar su número, se alejo del escenario
La voz grave le hizo girar la cabeza y vio el ramito de violetas que asomaba por la puerta entreabierta..
Sonrío- Un romance apasionado tejía su trama.
Mara al frecuentar otros hombres ignoraba que Sebastian enloquecía de celos.
Coqueteaba con uno de los clientes cuando sonó el disparo.
Atónito, sin creer lo que veía, la sangre esparciéndose por el lugar. Enajenado, su pie acaricio el borde del cuerpo.
Los ojos desorbitados y el gesto perdido. Así se lo llevo la policía.
Un mundo de tinieblas le abría sus puertas.
Silvia N. Fabiani
Su pie acaricio el borde del arma. La amaba aun después de muerta.
Ella no entendió. Que la relación era seria. Al menos para el.
Las luces giratorias se escurrían por el cuerpo escultural de Mara, que se contoneaba sobre la tarima.
El ritmo sensual de la melodía árabe los embrujaba.
Los hombres bebían sin control.
Al terminar su número, se alejo del escenario
La voz grave le hizo girar la cabeza y vio el ramito de violetas que asomaba por la puerta entreabierta..
Sonrío- Un romance apasionado tejía su trama.
Mara al frecuentar otros hombres ignoraba que Sebastian enloquecía de celos.
Coqueteaba con uno de los clientes cuando sonó el disparo.
Atónito, sin creer lo que veía, la sangre esparciéndose por el lugar. Enajenado, su pie acaricio el borde del cuerpo.
Los ojos desorbitados y el gesto perdido. Así se lo llevo la policía.
Un mundo de tinieblas le abría sus puertas.
Silvia N. Fabiani
miércoles, 16 de junio de 2010
LA LOCA
Loca
La mirada perdida.
Sostenida en el vacío del recuerdo
Imaginario amor,
Inspiracion de vida,
crueldad de la inconsciencia.
Loca ,
Insensible al dolor
Desgarro del alma
ante el desprecio vano.
Las manos oprimidas,
que no se escape el llanto.
La boca reseca, sin el beso.
Deambular entre piedras
con el instinto puro
de animal manifiesto.
La soledad de la tinieblas
Loca
Pájaro de la noche
Desgreñada y voraz
con sed de sangre,
y la tunica negra que solo alberga espanto.
Hermética la puerta de salida,
Retrocer, seguir buscando,
Humana, viva, como loca.
SILVIA NOEMI FABIANI
La mirada perdida.
Sostenida en el vacío del recuerdo
Imaginario amor,
Inspiracion de vida,
crueldad de la inconsciencia.
Loca ,
Insensible al dolor
Desgarro del alma
ante el desprecio vano.
Las manos oprimidas,
que no se escape el llanto.
La boca reseca, sin el beso.
Deambular entre piedras
con el instinto puro
de animal manifiesto.
La soledad de la tinieblas
Loca
Pájaro de la noche
Desgreñada y voraz
con sed de sangre,
y la tunica negra que solo alberga espanto.
Hermética la puerta de salida,
Retrocer, seguir buscando,
Humana, viva, como loca.
SILVIA NOEMI FABIANI
lunes, 14 de junio de 2010
ARENA
Sentía que el sol le calcinaba los huesos, pero era placentero. Toda su vida había deseado estar así, sobre la arena brillante.
Solo un pequeño almohadón donde apoyarse, sin horarios ni compromisos diplomáticos. Era su propósito, descansar la mente y el cuerpo, creía habérselo ganado.
Dedico su vida a la familia y también a causas perdidas que terminaron afectando su salud.
Estaba allí, dentro de ese sueño que siempre rondaba sus pensamientos.
El negro la saco de su abstracción
¿ Desea la señora tomar un refresco?
Si, un jugo a base de piña, hielo y cointreau.
Nadie la reconocería, ella que no bebía alcohol, que no usaba malla por que había engordado,
Lanzo una carcajada, nunca se reía fuerte. La playa escogida, selecta y con poca gente la invitaba a liberarse. Un sombrero de color beige con una cinta bordo le cubría la cabeza y los lentes de sol con el armazón blanco, tipo diva de Hollywood que en un gesto espontáneo le regalara su amiga Dora.
Miro a su alrededor, el ruido del mar, las gaviotas revoloteando, el cielo tan azul completaban un paisaje de ensueño.
Perfecto se dijo pero el recuerdo insistente de Gerardo y el desencanto confundían sus pensamientos.
¿Fue un amor imposible? ¿ Una jugarreta del destino?
Los hechos vertiginosos, no dieron tiempo a pensar.
La enfermedad terminal fue sorpresiva y cuando ella angustiada intento
reconfortarlo, le envío ese E-mail cruel y descarnado, le reprochaba el haber jugado a la esposa ideal .
La odiaba. Y hasta nunca le escribía. Decidió cortar el contacto amistoso que mantuvo con el, aunque el verdadero sentimiento era otro. Reprimido, pero otro.
La intervención había sido un éxito. Su apego a la vida ayudo en su recuperación, aunque la sombra de la incertidumbre lo cercara.
Y ella del otro lado del mundo, acariciada por el mar.
No quiso regresar
Nadie supo donde fue, la noche se la llevo de fiesta.
Silvia N. Fabiani
Sentía que el sol le calcinaba los huesos, pero era placentero. Toda su vida había deseado estar así, sobre la arena brillante.
Solo un pequeño almohadón donde apoyarse, sin horarios ni compromisos diplomáticos. Era su propósito, descansar la mente y el cuerpo, creía habérselo ganado.
Dedico su vida a la familia y también a causas perdidas que terminaron afectando su salud.
Estaba allí, dentro de ese sueño que siempre rondaba sus pensamientos.
El negro la saco de su abstracción
¿ Desea la señora tomar un refresco?
Si, un jugo a base de piña, hielo y cointreau.
Nadie la reconocería, ella que no bebía alcohol, que no usaba malla por que había engordado,
Lanzo una carcajada, nunca se reía fuerte. La playa escogida, selecta y con poca gente la invitaba a liberarse. Un sombrero de color beige con una cinta bordo le cubría la cabeza y los lentes de sol con el armazón blanco, tipo diva de Hollywood que en un gesto espontáneo le regalara su amiga Dora.
Miro a su alrededor, el ruido del mar, las gaviotas revoloteando, el cielo tan azul completaban un paisaje de ensueño.
Perfecto se dijo pero el recuerdo insistente de Gerardo y el desencanto confundían sus pensamientos.
¿Fue un amor imposible? ¿ Una jugarreta del destino?
Los hechos vertiginosos, no dieron tiempo a pensar.
La enfermedad terminal fue sorpresiva y cuando ella angustiada intento
reconfortarlo, le envío ese E-mail cruel y descarnado, le reprochaba el haber jugado a la esposa ideal .
La odiaba. Y hasta nunca le escribía. Decidió cortar el contacto amistoso que mantuvo con el, aunque el verdadero sentimiento era otro. Reprimido, pero otro.
La intervención había sido un éxito. Su apego a la vida ayudo en su recuperación, aunque la sombra de la incertidumbre lo cercara.
Y ella del otro lado del mundo, acariciada por el mar.
No quiso regresar
Nadie supo donde fue, la noche se la llevo de fiesta.
Silvia N. Fabiani
martes, 8 de junio de 2010
Tu silencio
Momentos compartidos,
tu imagen que subyuga.
Y el coqueteo inocente de mis gestos
No necesitas siquiera decir una palabra.
Tu cuerpo se enlaza con el mío,
en un ceremonial irracional.
Tus ojos me acarician,
en virtual desacato.
Y el desenfreno diabólico energiza
el sentimiento ardiente que nos une
Silencio enigmático que seduce
y arroja al abismo sin anuencia.
Y así transcurre el tiempo,
entre tu juego indescifrable
y mi temor de amarte sin reparo.
El mundo se detiene, esta vacío,
solo los dos alimentando el alma.
El humeante café nos embeleza
y el sortilegio altera,
nuestra vana rutina.
Y en cada encuentro fluye
la mágica poción que nos incita
a fusionar la carne hasta el delirio.
Melodía inconclusa,
esta que deleita nuestro oído,
a sabiendas, que es prohibido
querernos sin martirio.
Silvia N. Fabiani
miércoles, 2 de junio de 2010
Confesión
Se asomo por la ventanita del confesionario y la vio de espaldas, caminando erguida hacia la salida de la iglesia, no dudo cuando pensó que había sido una hermosa mujer, todavía conservaba su piel blanca y suave, cada vez que lo saludaba y su mano de dedos largos apretaba la suya, podía apreciarlo.
Hacia un año que el Padre Rafael era su confesor. Ella le pidió que fuese dentro de la capilla, la iglesia católica se había modernizado como para que el sacerdote pudiese hablar cara a cara con sus fieles.
Ella no se atrevía. Un día sintió la necesidad de exteriorizar todo lo que venia acumulando durante tantos años. Este era el momento.
Le habían sugerido a ese párroco por comprensivo y experto en temas de la vida.
Ella acusaba en su haber un pasado. Registraba un divorcio. Un hombre que la había amado a su manera y colmaba sus días con viajes, joyas, autos caros y todo lo que una mujer espera en sus fantasías juveniles.
Nunca supo muy bien porque, pero el destino quiso que así fuera. Después de una larga convivencia cada uno eligió un rumbo.
Carola puso un océano de por medio. Lágrimas y el dolor lacerante pero inevitable de la separación.
Antes de que el muriera, ella supo que fue la única que realmente amó.
Eso le produjo una tristeza interior que nunca pudo ahuyentar.
Después de algunos años lo intento nuevamente. El la atraía, nunca supo bien porque.
El se obsesiono con ella y la persiguió hasta que la soledad la harto y por fin creyó haber encontrado un ser con quien formar una nueva familia.
Al principio de la relación, ella noto sus reacciones agresivas, pero su lema era darles tiempo a las personas, y justificaba su temperamental carácter.
Se equivoco.
La vida le mostró su cara mas amarga.
Pero ella fue leal a su compromiso con el.
Una enfermedad crónica, lo convirtió en un ciclotímico, influenciando en la relación intima.
El maltrato y la descalificación continua hicieron que Carola se bloqueara y comenzara a tratarlo como un familiar más, al que solo la unía la obligación de un compromiso contraído
Así pasaron los años. Muchos años. Su sentido de familia iba más allá de las personas. Legado de los mayores que la impulsaba a seguir.
Sentía un vacío en el alma que compensaba con actividades de todo tipo. Cursos, salidas con amigas, cine, compras.
No recuerda bien cuando lo conoció.
Era lo que siempre soñó, es decir por lo que sabia de el y lo que ignoraba se lo imaginaba. El enigma la subyugaba.
Lo idealizaba y eso le producía una placentera sensación.
Sabia que era inalcanzable, no obstante, a través de los años el sentimiento se fortalecía.
Ya no pudo interesarse en ningún hombre, era ese o ninguno.
Y ese al que ella veía esporádicamente en reuniones familiares, se convirtió en cierto modo en el sentido de su vida. En cada encuentro el mundo detenía su andar. Se sorprendía del grado de sumisión que sentía pero no podía evitarlo.
A pesar de las oportunidades, ella renuncio a su condición de mujer. Estaba acompañada, pero era la persona más sola y más necesitada de cariño.
Solo quería sus besos, ser suya. Sentía que el la había hechizado, con sus silencios, sus miradas. De solo imaginar un contacto íntimo se emocionaba con una mezcla de miedo y ansiedad que le provocaba insomnio Y así vivió con ese espejismo ante los ojos.
Nadie iba a creerle, si lo contaba. Por eso guardo silencio durante todo el tiempo, hasta que el desvelo lastimo su salud.
Era feliz a su modo. Aceptando las miradas limosneras. Ella no era su elegida, al menos en apariencia era así.
Cuando el Padre Rafael la escuchaba, sentía que esta mujer vivía en un estado de virginidad por propia elección motivada por un sentimiento autentico y duradero.
Comprendió que el espíritu en su pureza no impide que lo terrenal
dañe la materia.
Y a pesar de ello, Carola vivía entregada a su pasión. Con una religiosidad digna de una abadesa.
Esa noche se sintió aliviada, alguien más sabia de su secreto, ese que ella guardaba tan celosamente como un tesoro.
Al que seguiría cuidando y tal vez, porque no, el destino se apiadara de ella y algún día le abriera la puerta hacia el camino de la dicha.
SILVIA N. FABIANI
Se asomo por la ventanita del confesionario y la vio de espaldas, caminando erguida hacia la salida de la iglesia, no dudo cuando pensó que había sido una hermosa mujer, todavía conservaba su piel blanca y suave, cada vez que lo saludaba y su mano de dedos largos apretaba la suya, podía apreciarlo.
Hacia un año que el Padre Rafael era su confesor. Ella le pidió que fuese dentro de la capilla, la iglesia católica se había modernizado como para que el sacerdote pudiese hablar cara a cara con sus fieles.
Ella no se atrevía. Un día sintió la necesidad de exteriorizar todo lo que venia acumulando durante tantos años. Este era el momento.
Le habían sugerido a ese párroco por comprensivo y experto en temas de la vida.
Ella acusaba en su haber un pasado. Registraba un divorcio. Un hombre que la había amado a su manera y colmaba sus días con viajes, joyas, autos caros y todo lo que una mujer espera en sus fantasías juveniles.
Nunca supo muy bien porque, pero el destino quiso que así fuera. Después de una larga convivencia cada uno eligió un rumbo.
Carola puso un océano de por medio. Lágrimas y el dolor lacerante pero inevitable de la separación.
Antes de que el muriera, ella supo que fue la única que realmente amó.
Eso le produjo una tristeza interior que nunca pudo ahuyentar.
Después de algunos años lo intento nuevamente. El la atraía, nunca supo bien porque.
El se obsesiono con ella y la persiguió hasta que la soledad la harto y por fin creyó haber encontrado un ser con quien formar una nueva familia.
Al principio de la relación, ella noto sus reacciones agresivas, pero su lema era darles tiempo a las personas, y justificaba su temperamental carácter.
Se equivoco.
La vida le mostró su cara mas amarga.
Pero ella fue leal a su compromiso con el.
Una enfermedad crónica, lo convirtió en un ciclotímico, influenciando en la relación intima.
El maltrato y la descalificación continua hicieron que Carola se bloqueara y comenzara a tratarlo como un familiar más, al que solo la unía la obligación de un compromiso contraído
Así pasaron los años. Muchos años. Su sentido de familia iba más allá de las personas. Legado de los mayores que la impulsaba a seguir.
Sentía un vacío en el alma que compensaba con actividades de todo tipo. Cursos, salidas con amigas, cine, compras.
No recuerda bien cuando lo conoció.
Era lo que siempre soñó, es decir por lo que sabia de el y lo que ignoraba se lo imaginaba. El enigma la subyugaba.
Lo idealizaba y eso le producía una placentera sensación.
Sabia que era inalcanzable, no obstante, a través de los años el sentimiento se fortalecía.
Ya no pudo interesarse en ningún hombre, era ese o ninguno.
Y ese al que ella veía esporádicamente en reuniones familiares, se convirtió en cierto modo en el sentido de su vida. En cada encuentro el mundo detenía su andar. Se sorprendía del grado de sumisión que sentía pero no podía evitarlo.
A pesar de las oportunidades, ella renuncio a su condición de mujer. Estaba acompañada, pero era la persona más sola y más necesitada de cariño.
Solo quería sus besos, ser suya. Sentía que el la había hechizado, con sus silencios, sus miradas. De solo imaginar un contacto íntimo se emocionaba con una mezcla de miedo y ansiedad que le provocaba insomnio Y así vivió con ese espejismo ante los ojos.
Nadie iba a creerle, si lo contaba. Por eso guardo silencio durante todo el tiempo, hasta que el desvelo lastimo su salud.
Era feliz a su modo. Aceptando las miradas limosneras. Ella no era su elegida, al menos en apariencia era así.
Cuando el Padre Rafael la escuchaba, sentía que esta mujer vivía en un estado de virginidad por propia elección motivada por un sentimiento autentico y duradero.
Comprendió que el espíritu en su pureza no impide que lo terrenal
dañe la materia.
Y a pesar de ello, Carola vivía entregada a su pasión. Con una religiosidad digna de una abadesa.
Esa noche se sintió aliviada, alguien más sabia de su secreto, ese que ella guardaba tan celosamente como un tesoro.
Al que seguiría cuidando y tal vez, porque no, el destino se apiadara de ella y algún día le abriera la puerta hacia el camino de la dicha.
SILVIA N. FABIANI
viernes, 28 de mayo de 2010
INCERTIDUMBRE
Desesperanza y dolor.
Transmitir decepción
o derramar sobre la mesa
el florero desbordante de jazmines .
Llorar en cada gesto por el desamor,
o levantar altiva la mirada
y buscar al ignoto que como perro guardián
merodea nuestra sombra.
Desidia de los días,
como si el regalo de cada amanecer,
nos fuese impuesto.
O gozar de cada instante como si fuese el último,
Bebiendo sin medida,
de la sabrosa hiel que purifica.
Silvia N. Fabiani
Desesperanza y dolor.
Transmitir decepción
o derramar sobre la mesa
el florero desbordante de jazmines .
Llorar en cada gesto por el desamor,
o levantar altiva la mirada
y buscar al ignoto que como perro guardián
merodea nuestra sombra.
Desidia de los días,
como si el regalo de cada amanecer,
nos fuese impuesto.
O gozar de cada instante como si fuese el último,
Bebiendo sin medida,
de la sabrosa hiel que purifica.
Silvia N. Fabiani
miércoles, 12 de mayo de 2010
LA GUILLOTINA
EL VERDUGO ACOMODO EL CUERPO DEL REO
LAS PALABRAS SONARON EN EL AIRE;POR FAVOR SEA BREVE
SIEMPRE ESTIRABA EL MOMENTO. SE AGACHO pARA CONFIRMAR
LO QUE HABIA ESCUCHADO
SI ,ERA CIERTO Y POR PRIMERA VEZ SE CONMOVIO.
ESTA VEZ SERIA DIFERENTE.
SE ACOMODO EL CHALECO,AJUSTO SU CINTURON Y
LEVANTANDO LA FILOSA HOJA ,LA LANZO HACIA ABAJO.
EL ESTRUENDO DE LA CABEZA AL RODAR SOBRE LA TARIMA DE MADERA,
LO ENFURECIO.
POR FAVOR SEA BREVE SONARIA POR SIEMPRE EN SUS OIDOS.
SILVIA N: FABIANI
LAS PALABRAS SONARON EN EL AIRE;POR FAVOR SEA BREVE
SIEMPRE ESTIRABA EL MOMENTO. SE AGACHO pARA CONFIRMAR
LO QUE HABIA ESCUCHADO
SI ,ERA CIERTO Y POR PRIMERA VEZ SE CONMOVIO.
ESTA VEZ SERIA DIFERENTE.
SE ACOMODO EL CHALECO,AJUSTO SU CINTURON Y
LEVANTANDO LA FILOSA HOJA ,LA LANZO HACIA ABAJO.
EL ESTRUENDO DE LA CABEZA AL RODAR SOBRE LA TARIMA DE MADERA,
LO ENFURECIO.
POR FAVOR SEA BREVE SONARIA POR SIEMPRE EN SUS OIDOS.
SILVIA N: FABIANI
lunes, 19 de abril de 2010
ENSORTIJADA
Ensortijada al árbol, con fuerza de titán
la pasión abrazada a la última esperanza
se fusiono con el.
El dolor del pasado
evaporo al instante el efluvio mortal
Inmóvil,
circulo cerrado debajo de los pies
Percibir la sangre que circula caliente
Que la vida esta allí, pero tan quieta,
Y los sueños que exigen,
Y el tiempo que presiona.
Mirar embriagada la comunión
del horizonte con el mar.
El ansia pudo más,
Soltó las raíces de una vez
Desplegó las alas adormidas y voló
lejos , tan lejos que se perdió en el aire. Silvia Noemi Fabiani
martes, 13 de abril de 2010
COMENTARIO
PUBLICACION DE COMENTARIO PARA EL POEMA !" BORDES"
EN EL BLOG "LAPIEDRA EN EL ESTANQUE"
Anónimo dijo...
i honestly love your own posting kind, very unique.don't quit as well as keep penning mainly because it just well worth to look through it,impatient to view additional of your own web content, good bye ;)
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jueves, 8 de abril de 2010
CIUDAD IMAGINARIA
Nunca supieron donde estaban, cada generación lo intentaba, inútilmente.
Perfección numeral, exactitud en las formas, colores.
Eran felices a su manera.
La comunicación virtual les permitía reproducirlos.
Ese lugar por donde se desplazaban siempre terminaba en un círculo cerrado y había que retroceder
para encontrar salidas.
Sus habitantes eran conformistas y muy pocos se cuestionaban el porque y el donde,
Cada doscientos años se renovaba la población
Y a veces surgía un rebelde que pretendía ir más allá.
Ronex lo había probado casi todo.
Una tarde sentado sobre una piedra, miro a su alrededor con detenimiento, vio una forma etérea y corrió a aprehenderla, no la alcanzo, era como si lo invitara a seguirlo.
Corrió tanto que perdió la noción del tiempo.
Cuando despertó, la figura le tomaba la mano, la belleza del ser ,lo impacto.
Ella suavemente abrió su manto blanco y una puerta se
delineo.
Ronex la traspaso, la luminosidad y el brillo del lugar le impedían ver con claridad.
El colchón de nubes seguiría flotando en el espacio, sin rumbo, sin destino, sin porque. Silvia. N. Fabiani
Perfección numeral, exactitud en las formas, colores.
Eran felices a su manera.
La comunicación virtual les permitía reproducirlos.
Ese lugar por donde se desplazaban siempre terminaba en un círculo cerrado y había que retroceder
para encontrar salidas.
Sus habitantes eran conformistas y muy pocos se cuestionaban el porque y el donde,
Cada doscientos años se renovaba la población
Y a veces surgía un rebelde que pretendía ir más allá.
Ronex lo había probado casi todo.
Una tarde sentado sobre una piedra, miro a su alrededor con detenimiento, vio una forma etérea y corrió a aprehenderla, no la alcanzo, era como si lo invitara a seguirlo.
Corrió tanto que perdió la noción del tiempo.
Cuando despertó, la figura le tomaba la mano, la belleza del ser ,lo impacto.
Ella suavemente abrió su manto blanco y una puerta se
delineo.
Ronex la traspaso, la luminosidad y el brillo del lugar le impedían ver con claridad.
El colchón de nubes seguiría flotando en el espacio, sin rumbo, sin destino, sin porque. Silvia. N. Fabiani
Compradora de sueños
Hacia cinco horas que el avión había salido del aeropuerto. Amanda miro a su compañero de asiento
que dormitaba y lo envidio.
Ella nunca podía dormir en los aviones.
El viaje lo decidió en una semana. Estaba harta de la rutina de su vida.
Paris era el destino.
Cuando llego al hotel, se dio un baño y se acostó, realmente se sentía cansada.
Al despertar el reloj marcaba las tres, se vistió y
en el ascensor uno de los botones la saludo con cortesía.
Joven y atractiva, trataba de disfrutar de la vida, viajar era su gran motivación.
Había tenido un novio hacia tiempo pero cuando descubrió la infidelidad, lo abandono.
Camino por las calles pobladas de tiendas. El aire parisino es reconfortante, pensó
Le encantaba comprar. Su esbelta silueta le permitía usar cualquier estilo.
El apetito le apretaba el estomago, entro en un local de sandchichs, comió frugalmente mientras decidía donde ir, el viento era fresco y el cielo nublado completaban una tarde otoñal.
El conserje le había dado algunos folletos con actividades culturales en la ciudad.
Le llamo la atención un nuevo museo de cera con escritores y artistas de diversas ramas del arte.
La sedujo ese aire misterioso, con luces multicolores que realzaban las figuras allí expuestas.
Deslumbrada, una idea alocada se apropio de su cabeza.
En un descuido del guardia se escondió detrás de un alto mostrador de madera.
Ya lo había decidido, pasaría allí la noche.
Se apagaron las luces, pero no del todo, algunas tenues, iluminaban los salones.
Comenzó a recorrer esta vez con paso lento hasta que llego donde estaba George Sand, la famosa escritora feminista que ella tanto admiraba.
La mirada profunda la conmovió, parece real, se dijo,
Mientras le quitaba con mucho cuidado una chalina y se la colocaba en su garganta.
Un deseo irrefrenable de escribir, la invadió
Busco en su cartera, siempre llevaba una libreta y apoyada en el escritorio comenzó a llenar la hoja en blanco. Como si una mano invisible guiara su estilográfica.
Perdió el sentido del tiempo.
Leyó con detenimiento e incrédula comprobó que era una parte del texto “Un invierno en Mallorca”. Allí faltaba Frederic, pensó
Lo guardo en su bolso y atónita siguió caminando. En un costado, Edith Piaf la miraba, casi sonriente. El gorrión de Paris, dijo casi en voz alta.
Emocionada le acaricio el brazo y de pronto de su boca comenzó a brotar una melodía, La vie en rose y después otra, Milord.
Creyó estar dentro de un sueño.
En un escenario de época apoyada en una barra
Marlene Dietrich, la única que pudo hacerle sombra a Greta Garbo con su mirada seductora y envuelta en una estola de visón,
El ángel azul, la que se atrevió a rechazar propuestas de Hitler y muy amiga de la Piaf no podía faltar.
Con delicadeza le quito el cuello de piel y se lo coloco.
La voz áspera y envolvente salio de su garganta con los acordes de Enamorándome
( ich bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt )
Maravilloso lo que le sucedía.Tendria mucho que contar a sus nietos
Sobresaltada observo que las primeras luces de la mañana se filtraban por algunas ventanas.
Sentada sobre una tarima, espero hasta que oyó las voces de los visitantes, cuando pasaron a su lado, se mezclo entre la gente y se acerco a la puerta.
Al salir repitió lo que siempre había pensado
Paris, ciudad mágica e inolvidable. SILVIA N. FABIANI
Hacia cinco horas que el avión había salido del aeropuerto. Amanda miro a su compañero de asiento
que dormitaba y lo envidio.
Ella nunca podía dormir en los aviones.
El viaje lo decidió en una semana. Estaba harta de la rutina de su vida.
Paris era el destino.
Cuando llego al hotel, se dio un baño y se acostó, realmente se sentía cansada.
Al despertar el reloj marcaba las tres, se vistió y
en el ascensor uno de los botones la saludo con cortesía.
Joven y atractiva, trataba de disfrutar de la vida, viajar era su gran motivación.
Había tenido un novio hacia tiempo pero cuando descubrió la infidelidad, lo abandono.
Camino por las calles pobladas de tiendas. El aire parisino es reconfortante, pensó
Le encantaba comprar. Su esbelta silueta le permitía usar cualquier estilo.
El apetito le apretaba el estomago, entro en un local de sandchichs, comió frugalmente mientras decidía donde ir, el viento era fresco y el cielo nublado completaban una tarde otoñal.
El conserje le había dado algunos folletos con actividades culturales en la ciudad.
Le llamo la atención un nuevo museo de cera con escritores y artistas de diversas ramas del arte.
La sedujo ese aire misterioso, con luces multicolores que realzaban las figuras allí expuestas.
Deslumbrada, una idea alocada se apropio de su cabeza.
En un descuido del guardia se escondió detrás de un alto mostrador de madera.
Ya lo había decidido, pasaría allí la noche.
Se apagaron las luces, pero no del todo, algunas tenues, iluminaban los salones.
Comenzó a recorrer esta vez con paso lento hasta que llego donde estaba George Sand, la famosa escritora feminista que ella tanto admiraba.
La mirada profunda la conmovió, parece real, se dijo,
Mientras le quitaba con mucho cuidado una chalina y se la colocaba en su garganta.
Un deseo irrefrenable de escribir, la invadió
Busco en su cartera, siempre llevaba una libreta y apoyada en el escritorio comenzó a llenar la hoja en blanco. Como si una mano invisible guiara su estilográfica.
Perdió el sentido del tiempo.
Leyó con detenimiento e incrédula comprobó que era una parte del texto “Un invierno en Mallorca”. Allí faltaba Frederic, pensó
Lo guardo en su bolso y atónita siguió caminando. En un costado, Edith Piaf la miraba, casi sonriente. El gorrión de Paris, dijo casi en voz alta.
Emocionada le acaricio el brazo y de pronto de su boca comenzó a brotar una melodía, La vie en rose y después otra, Milord.
Creyó estar dentro de un sueño.
En un escenario de época apoyada en una barra
Marlene Dietrich, la única que pudo hacerle sombra a Greta Garbo con su mirada seductora y envuelta en una estola de visón,
El ángel azul, la que se atrevió a rechazar propuestas de Hitler y muy amiga de la Piaf no podía faltar.
Con delicadeza le quito el cuello de piel y se lo coloco.
La voz áspera y envolvente salio de su garganta con los acordes de Enamorándome
( ich bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt )
Maravilloso lo que le sucedía.Tendria mucho que contar a sus nietos
Sobresaltada observo que las primeras luces de la mañana se filtraban por algunas ventanas.
Sentada sobre una tarima, espero hasta que oyó las voces de los visitantes, cuando pasaron a su lado, se mezclo entre la gente y se acerco a la puerta.
Al salir repitió lo que siempre había pensado
Paris, ciudad mágica e inolvidable. SILVIA N. FABIANI
lunes, 15 de marzo de 2010
DIFERENCIAS
Diferencias
En ese edificio siempre había que hacer algún arreglo, si bien estaba bastante conservado, sus cuarenta años de existencia requerían de mantenimiento.
Estaba harta de que los obreros le dejaran el departamento sucio.. Cuando no era el cambio de caños de agua, era la restauración de las medianeras por filtrado de humedad.
Vivía en el segundo piso, debajo en el primero, había dos patios.
El silletero pasaba la soga y preparaba sus elementos desde allí.
A veces lo escuchaba hablar con su vecina, desde muy temprano.
No la dejaban dormir.
Se ponía nerviosa y por mas que intentara conciliar el sueño, era inútil, sus ojos permanecían abiertos y sus oídos atentos.
Según le comentaron, el hombre era paraguayo.
Cuando advirtió que le había manchado el toldo verde con enduido blanco, se puso frenética, además con el rasqueteo de pared le caían pedazos de revoque en los bordes de las ventanas.
Llamo a la administración para quejarse, pero el siguió salpicando vidrios, esta vez con pintura.
Abrió la ventana con fuerza, el levanto la mirada mientras escuchaba lo que le decía.
Tenga mas cuidado. ¿ No se da cuenta como mancha con esa pintura?
Hago lo que puedo, contesto secamente.
Y comenzó a tirar de la soga elevándose hasta que desapareció en los pisos superiores.
¿Qué se cree esta mujer? Mago no soy. Su vida, su pobre vida había sido tan azarosa, casi analfabeto, con inclinación a la bebida, hacia ese trabajo arriesgado para sobrevivir.
Era consciente que si caía, era el fin. Muchas veces pensó que fácil le seria terminar su calvario.
Alicia se sintió mal esa noche, fue como si el techo se le viniera encima y la aplastara, le faltaba el aire.
La soledad la acosaba y la sumía en pozos depresivos
A la mañana siguiente, se sentó en la cama y repaso sus decepciones.
Su holgada vida económica no la había favorecido sentimentalmente, los hombres se le acercaban por su dinero.
Se acerco lentamente a la ventana, espío como si se sintiera culpable. Un sentimiento de pena, la invadió.
Ese silletero de piel oscura, ropa sucia y de aspecto ordinario le recordaba a un hombre de villa.
¡Cuantas carencias tendría! Pensó.
Fue a la habitación de servicio donde guardaba objetos en desuso, busco ropa, encontró camisas y pulloveres, seguramente de algún viejo amante, puso todo en una bolsa de supermercado junto con una botella de ron que estaba por la mitad y que ya nadie bebería.
Le grito con una voz aguda, Señor, prepare esto que seguramente le servirá, y esto otro mostrándole la botella, que lo reanimara y le aliviara el cansancio.
Creyó ver que se le iluminaban los ojos.
Gracias doña, hace mucho tiempo que no recibo regalos. Ataje, aquí va. Y le tiro la bolsa.
Lo hizo como si fuese un experto jugador de rugby, mientras que una sonrisa le salio casi sin querer.
El atardecer dibujaba sus primeras sombras.
Silvia Noemí Fabiani
En ese edificio siempre había que hacer algún arreglo, si bien estaba bastante conservado, sus cuarenta años de existencia requerían de mantenimiento.
Estaba harta de que los obreros le dejaran el departamento sucio.. Cuando no era el cambio de caños de agua, era la restauración de las medianeras por filtrado de humedad.
Vivía en el segundo piso, debajo en el primero, había dos patios.
El silletero pasaba la soga y preparaba sus elementos desde allí.
A veces lo escuchaba hablar con su vecina, desde muy temprano.
No la dejaban dormir.
Se ponía nerviosa y por mas que intentara conciliar el sueño, era inútil, sus ojos permanecían abiertos y sus oídos atentos.
Según le comentaron, el hombre era paraguayo.
Cuando advirtió que le había manchado el toldo verde con enduido blanco, se puso frenética, además con el rasqueteo de pared le caían pedazos de revoque en los bordes de las ventanas.
Llamo a la administración para quejarse, pero el siguió salpicando vidrios, esta vez con pintura.
Abrió la ventana con fuerza, el levanto la mirada mientras escuchaba lo que le decía.
Tenga mas cuidado. ¿ No se da cuenta como mancha con esa pintura?
Hago lo que puedo, contesto secamente.
Y comenzó a tirar de la soga elevándose hasta que desapareció en los pisos superiores.
¿Qué se cree esta mujer? Mago no soy. Su vida, su pobre vida había sido tan azarosa, casi analfabeto, con inclinación a la bebida, hacia ese trabajo arriesgado para sobrevivir.
Era consciente que si caía, era el fin. Muchas veces pensó que fácil le seria terminar su calvario.
Alicia se sintió mal esa noche, fue como si el techo se le viniera encima y la aplastara, le faltaba el aire.
La soledad la acosaba y la sumía en pozos depresivos
A la mañana siguiente, se sentó en la cama y repaso sus decepciones.
Su holgada vida económica no la había favorecido sentimentalmente, los hombres se le acercaban por su dinero.
Se acerco lentamente a la ventana, espío como si se sintiera culpable. Un sentimiento de pena, la invadió.
Ese silletero de piel oscura, ropa sucia y de aspecto ordinario le recordaba a un hombre de villa.
¡Cuantas carencias tendría! Pensó.
Fue a la habitación de servicio donde guardaba objetos en desuso, busco ropa, encontró camisas y pulloveres, seguramente de algún viejo amante, puso todo en una bolsa de supermercado junto con una botella de ron que estaba por la mitad y que ya nadie bebería.
Le grito con una voz aguda, Señor, prepare esto que seguramente le servirá, y esto otro mostrándole la botella, que lo reanimara y le aliviara el cansancio.
Creyó ver que se le iluminaban los ojos.
Gracias doña, hace mucho tiempo que no recibo regalos. Ataje, aquí va. Y le tiro la bolsa.
Lo hizo como si fuese un experto jugador de rugby, mientras que una sonrisa le salio casi sin querer.
El atardecer dibujaba sus primeras sombras.
Silvia Noemí Fabiani
jueves, 25 de febrero de 2010
Mirando
Sin mirar, evitando la verdad.
El mundo de fantasía,
traslada los sentidos y embeleza.
Y el juego de la vida que subyuga,
Agrede y esclaviza,
pero también entona
la melodía sin fin.
Sin mirar,
Infame es la crueldad,
E l pajaro herido se desangra,
y en su ultimo vuelo también canta.
Se suceden los días y las noches
Y a escondidas se besan.
El milagro ocurre indiferente.
al histórico dolor del mundo.
Y el sol que aparece cada día
La lluvia que juega en el arroyo,
Y el ángelus repite su destino,
inspirado en el viento,
acaso mirando, sin mirar SILVIA N.FABIANI
Sin mirar, evitando la verdad.
El mundo de fantasía,
traslada los sentidos y embeleza.
Y el juego de la vida que subyuga,
Agrede y esclaviza,
pero también entona
la melodía sin fin.
Sin mirar,
Infame es la crueldad,
E l pajaro herido se desangra,
y en su ultimo vuelo también canta.
Se suceden los días y las noches
Y a escondidas se besan.
El milagro ocurre indiferente.
al histórico dolor del mundo.
Y el sol que aparece cada día
La lluvia que juega en el arroyo,
Y el ángelus repite su destino,
inspirado en el viento,
acaso mirando, sin mirar SILVIA N.FABIANI
miércoles, 24 de febrero de 2010
Ese temor
La emoción invade al corazón
Y en que sendero bifurca,
el fluido energizante?
lo convierte en fiera salvaje
que ataca a su presa sin candor.
Negar la realidad y mentir
Mentir entre las sombras
del dolor.
Ausencia del olor conocido,
buscarlo entre lo inerte,
salir a la calle sin cadenas,
pero la soledad se esconde,
y se agiganta.
El temor de no saber,
que el tiempo pierde su noción.
y el monstruo que exige su ración.
La chispa que se expande
y el alma temerosa de infracción.
Y el temor que abraza y ahoga.
La esperanza sin desistir
paciente espera,
que el temor se diluya
y sea entrega SILVIA N.FABIANI
La emoción invade al corazón
Y en que sendero bifurca,
el fluido energizante?
lo convierte en fiera salvaje
que ataca a su presa sin candor.
Negar la realidad y mentir
Mentir entre las sombras
del dolor.
Ausencia del olor conocido,
buscarlo entre lo inerte,
salir a la calle sin cadenas,
pero la soledad se esconde,
y se agiganta.
El temor de no saber,
que el tiempo pierde su noción.
y el monstruo que exige su ración.
La chispa que se expande
y el alma temerosa de infracción.
Y el temor que abraza y ahoga.
La esperanza sin desistir
paciente espera,
que el temor se diluya
y sea entrega SILVIA N.FABIANI
lunes, 22 de febrero de 2010
Gritar
El silencio de tu boca,
grita mi nombre a cada instante,
penetra en mis oídos
e impulsa al pensamiento,
como oleaje bravío,
Sin que te tiemble el pulso,
Abre la caja hermética
donde ocultas los viejos secretos
Sacude la negación de lo que sientes
Y arrójate al abismo de la dicha.
Te mecerán los hilos invisibles,
sos que sostienen lo etéreo de tu ser.
Entraras en el mundo de la magia,
Deslumbrado,
No querrás retornar.
la cueva sombría que te alberga.
Escapa a la rutina de los días.
Eres el rehén perfecto de Satán
Entrégate al arpegio,
Brinda con el cáliz bendito
Saborea el placer del místico elixir. SILVIA N: FABIANI
El silencio de tu boca,
grita mi nombre a cada instante,
penetra en mis oídos
e impulsa al pensamiento,
como oleaje bravío,
Sin que te tiemble el pulso,
Abre la caja hermética
donde ocultas los viejos secretos
Sacude la negación de lo que sientes
Y arrójate al abismo de la dicha.
Te mecerán los hilos invisibles,
sos que sostienen lo etéreo de tu ser.
Entraras en el mundo de la magia,
Deslumbrado,
No querrás retornar.
la cueva sombría que te alberga.
Escapa a la rutina de los días.
Eres el rehén perfecto de Satán
Entrégate al arpegio,
Brinda con el cáliz bendito
Saborea el placer del místico elixir. SILVIA N: FABIANI
lunes, 15 de febrero de 2010
LA VIDA TE INVITA
La vida te invita a recorrer su venturosa arista
Hacer de equilibrista es arduo
y no da tregua.
A veces gratifica,
otras, te lanza sin contención
al espacio, sin red.
La vida te salva,
si te aferras al viento
al sol y a la esperanza.
Derrite el frío que a tu corazón embarga.
Que el sentimiento puro
te recorra el alma.
La vida entrega sin condición,
sin tiempo,
caudal valioso, el de tu propia esencia.
Estimula tus ansias,
abre la puerta en cada amanecer
aunque lo incierto aceche,
oscurecer tus sueños.
SILVIA N: FABIANI
La vida te invita a recorrer su venturosa arista
Hacer de equilibrista es arduo
y no da tregua.
A veces gratifica,
otras, te lanza sin contención
al espacio, sin red.
La vida te salva,
si te aferras al viento
al sol y a la esperanza.
Derrite el frío que a tu corazón embarga.
Que el sentimiento puro
te recorra el alma.
La vida entrega sin condición,
sin tiempo,
caudal valioso, el de tu propia esencia.
Estimula tus ansias,
abre la puerta en cada amanecer
aunque lo incierto aceche,
oscurecer tus sueños.
SILVIA N: FABIANI
sábado, 30 de enero de 2010
MENTIRAS PIADOSAS
De pronto escucho que alguien dijo: ¿ Y vos como la hiciste?
Tenso los músculos de la cara y comenzó a hablar.
Se jactaba de descender de una noble familia portuguesa que poseía plantaciones de café en Brasil
Su conversación, amena y plena de detalles fue extensa , hasta que apareció en escena un hombre de rostro curtido por el sol que lo miro y esbozando una sonrisa dejo caer las palabras de su boca como una sentencia.
Me parece conocerte de Río de Janeiro, ¿No vendías productos playeros?
Se quedo petrificado. ¿Qué hacia Carlos allí?
¿Cómo salir de tan impiadosa situación?
En un segundo paso por su mente, como en un film toda su vida azarosa.
El sabia de muchas noches a la intemperie o debajo de un puente, de comer salteado. Hasta que un día sucedió un milagro. El paquete estaba allí, papel de diario y un piolín ordinario. Dudo en abrirlo, se acerco, lo toco con cautela y la sorpresa fue tal que casi se desmaya.
El color verde de los billetes alineados en fajos lo deslumbro.
Nervioso escondió el dinero entre sus ropas. Sus sufrimientos de marginado habían terminado.
Tomo un avión hacia Bs. As. Se contacto con industriales e invirtió el dinero rápidamente.
Y exitosamente.
Sus empresas lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del mundo.
Miro fijamente al hombre que tenia delante y con voz enérgica dijo: Usted se equivoca, no se de que me habla.
Carlos guardo silencio, mientras Emilio se alejaba del lugar, aduciendo que una bonita señorita lo aguardaba
Al llegar al estacionamiento, pensó: Que difícil es escapar del pasado. Aunque las mentiras piadosas pueden ayudar.
Silvia N. Fabiani
viernes, 29 de enero de 2010
INCERTIDUMBRE
Inciertas las fuerzas que sobre mi se abaten.
La densa niebla impide ver con claridad el sendero
A lo lejos una difusa luz, titila.
Insisto entre las sombras.
La pesadumbre de las piernas, me derrumba.
Levanto la cabeza, aun estoy viva.
Arrastro el corazón y el alma se descuelga
De algún árbol perdido.
Por fin llego al lugar que prometió mi sueño.
Desvarío perdida y los duendes del bosque
que despiertan mi risa.
De pie y sin resabios,
me reconozco en llanto.
Aun estoy viva.
Silvia N. Fabiani
MIRANDO HACIA ATRAS
Transitar el mundo de la fantasía,
Dejar la realidad en la orilla del mar.
Sentir la libertad.
Ponerle alas a los sueños.
Atravesar la puerta
y al romper el candado
vibrar con el alma y con el cuerpo.
Pantera rosa de la infancia,
Juguemos a saltar,
y en los espacios, vislumbrar el destino.
Reír a carcajadas tan sonoras,
que lleguen al OLIMPO.
Escandalizar a Dioses y asustar a los gnomos.
La rayuela nos mira, cobra vida,
Nos invita al jubileo y al impulso.
Niñez lejana, tan lejana,
Y aun así, inolvidable.
Silvia N. Fabiani
sábado, 23 de enero de 2010
UN LUGAR
LUGAR
Te puse en un lugar del corazón,
como un costoso objeto
sin precio en el mercado.
Ya no tengo el valor que se requiere
para que invadas todos mis espacios.
Cuando el recuerdo de felices días,
oprime el pecho de nostalgia
rescato tu imagen en silencio
como si fuese un religioso rito.
Recorro tu rostro con mis dedos
Y deleito mis ojos con tu sensual figura
Goza mi alma
y vuelan mis anhelos.
Con el amanecer te llevo a la estrada elegida,
Y la rutina apresa mi vida,
sin tu vida
SILVIA N. FABIANI
Te puse en un lugar del corazón,
como un costoso objeto
sin precio en el mercado.
Ya no tengo el valor que se requiere
para que invadas todos mis espacios.
Cuando el recuerdo de felices días,
oprime el pecho de nostalgia
rescato tu imagen en silencio
como si fuese un religioso rito.
Recorro tu rostro con mis dedos
Y deleito mis ojos con tu sensual figura
Goza mi alma
y vuelan mis anhelos.
Con el amanecer te llevo a la estrada elegida,
Y la rutina apresa mi vida,
sin tu vida
SILVIA N. FABIANI
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